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Gruta de Lourdes

De la Enciclopedia Colchagüina
La gruta de Lourdes en septiembre de 2019

La gruta de Lourdes, a veces denominada gruta de la Virgen, es un lugar religioso ubicado en las faldas del parque Ross, en la comuna de Pichilemu.

A comienzos del siglo XX, fueron hallados en el lugar restos arqueológicos, los que fueron estudiados por el historiador José Toribio Medina, determinando que se trataba de un antiguo sepulcro de los indígenas promaucaes.

Historia

Hallazgo del sepulcro indígena

Algunas flechas halladas en el sepulcro indígena de Pichilemu en 1908.

En 1908, Evaristo Merino Canales informó a Agustín Ross Edwards la existencia de restos indígenas en una gruta ubicada en las faldas del parque actualmente denominado Ross. De acuerdo al historiador José Toribio Medina, que acudió a estudiar los objetos arqueológicos, se trataba de la primera vez que en la región central de Chile se encontraban restos indígenas en una gruta o caverna.[1]

El hallazgo se produjo durante unos trabajos de excavación al pie de la escalera que conduce al hotel hacia la playa. Se trataba de una "gruta completamente cubierta de tierra y piedras y en cuya parte superior se labró la escalera [...]. Al cimentar ésta y habiendo hallado al labrarla el terreno poco sólido, mejor dicho, como en hueco, había habido necesidad de plantar rieles, cuyos extremos se ven hoy en efecto que han penetrado el cielo de la gruta y aparecen en el aire". Medina postula que la entrada descubierta se trataba del fondo de la gruta, en realidad.[2]

El historiador señala que la gruta tenía "la particularidad de haberse ejecutado en ella un trabajo preliminar antes de poderla usar como sepultura. Llenóse, en efecto, el fondo con piedras de acarreo en una capa de 0.50 metros, más ó menos, de espesor, y después de emparejado así el suelo diremos, se colocó otra capa de arena de unos 60 centímetros de altura. Sobre esta arena se encontraron dos esqueletos humanos: uno de ellos en situación perfectamente horizontal, al cual pertenecen los restos de que hablaremos, y el otro, inmediato a él, encogido, al parecer en la misma actitud que se ven las momias peruanas, esto es, en la posición en que se halla el feto en el vientre. Este último esqueleto estaba del todo desagregado y deleznable, sin duda á causa de las abundantes filtraciones á que había permanecido expuesto. Al lado de esos restos se hallaba un depósito de conchas marinas, mezcladas con carbón vegetal, que alcanzaba hasta un metro en su parte más espesa".[2]

Entre los objetos hallados en el interior de la gruta, que fue denominada por Félix Faustino Outes como Kultur lager, se hallaba una piedra agujereada rota ("hueullu"), huesos de aves marítimas y ejemplares de algunos moluscos, además de numerosas puntas de flechas de cuarzo, que pasaron a propiedad de Agustín Ross. En cuanto a los restos humanos, estos fueron "varios". En su estudio, Medina hizo mención especial de un fémur derecho de 38 centímetros, además de un cráneo que fue analizado por el argentino Outes, a quien describe como especialista en el estudio de los cráneos de indígenas americanos.[3]

Al concluir su informe, que fue remitido al rector de la Universidad de Chile, Medina indica que la sepultura en una gruta y el trabajo preliminar que se hizo en ella antes de depositar restos "constituye un hecho único y hasta ahora desconocido en el modo de ser de nuestros aborígenes", considerando que puede tratarse de una sepultura hecha para guardar los restos de una mujer; las osamentas corresponden a una época anterior a la llegada de los españoles; y se trata de indígenas promaucaes. El historiador también plantea que los indígenas enterrados en el lugar corresponden "a individuos de una tribu llegada del interior a la costa" y que podría haberse librado una batalla en el lugar debido al hallazgo de numerosas flechas en la zona.[4]

"no sería aventurado suponer, cuando el examen del terreno manifiesta hallarse sembrado de multitud de puntas de flechas en la bajada misma de la cuesta que conduce al puerto, que ha debido librarse allí una batalla entre los individuos llegados del interior y los habitantes del lugar, probablemente porque aquéllos, urgidos del hambre en un año de escasez en la región central, han emigrado á la costa en busca del alimento que creían hallar á orillas del mar. A robustecer esta hipótesis constribuye también ese modo de sepultarse, absolutamente desconocido en otras partes de la costa, y el extraordinario desgaste de las muelas en el cráneo descubierto, que supone una alimentación diversa á la que se proporcionan los individuos que viven exclusivamente de mariscos y pescado".

José Toribio Medina

Finalmente, y aunque plantea que los resultados del examen de los restos no son tan extraordinarios como la noticia del hallazgo hizo imaginar, Medina manifiesta que "no carecen de interés para el estudio de los aborígenes de aquella parte de la región central del pais. Unidos a los que puedan proporcionar descubrimientos posteriores servirán para determinar lineas más generales y conclusiones bien fundadas a que con sólo ellos a la vista no es posible llegar por hoy. Son, diremos, un simple anillo en la cadena de la vida de los hombres que nos precedieron en este suelo". El informe de José Toribio Medina fue publicado en 1908 en un breve libro denominado Los restos indígenas de Pichilemu.[4]

Años recientes

En la segunda mitad del siglo XX se instaló en la entrada a la gruta una vírgen de Lourdes, lugar al que acuden devotos religiosos a realizar mandas y peticiones. Se cree que dicha imagen fue puesta por la Congregación de la Preciosa Sangre.[5]

En junio de 1995 la Municipalidad de Pichilemu instaló una placa donde se recuerda el hallazgo estudiado por José Toribio Medina, aunque erróneamente señalaba: "En este lugar se refugiaron y se encontraron restos de los pescadores promaucaes, aborígenes que habitaron la zona".[6] Sin embargo, el estudio de Medina afirma que se trataba de indígenas venidos desde el interior hacia la costa, no de pescadores. En el lugar se han instalado placas de agradecimiento, al menos desde el año 1983.[7]

Durante muchos años se creyó que la caverna encontrada en 1908 se trataba de un túnel que conectaría con el actual centro cultural Agustín Ross, lo que fue descartado durante los trabajos de remodelación del recinto en 2007.[8][9]

Referencias

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